Proyección el 2 de junio de 2025 de «El buscavidas» del director Robert Rossen, basada en la novela homónima del escritor estadounidense Walter Tevis, escrita en 1959. Coloquio sobre la película moderado por Javier López Otaola y Félix Jaime Cortés, en el que participó como invitado José Antonio Jiménez de las Heras, crítico de cine (experto en Robert Rossen) y profesor de cine de la Universidad Complutense de Madrid. Al día siguiente 3 de junio, coloquio en la Biblioteca Municipal sobre la obra literaria moderado por Antonio Campos.
Después de la maravillosa sesión en los Zoco de Majadahonda, con la proyección de «El buscavidas» y el coloquio posterior con Jose Antonio Jiménez de las Heras, probablemente la persona que más sepa en España de Robert Rossen (Jose Antonio es profesor de la Complutense, y le dedicó al director norteamericano su tesis universitaria y el libro «Robert Rossen» publicado por Cátedra), se le queda a uno una sensación de bienestar, de labor bien hecha, de haber asistido a algo verdaderamente importante, maravilloso y, en definitiva, vital, porque como muy bien dijo José Antonio, el cine es vida, y la vida es cine. Cuando llega ese momento en la vida, en el que te das cuenta de que el cine, o más bien el arte en general, puede ser tan importante (o incluso más) que las miserias y las rutinas de nuestro día a día, en esa carrera de la rata de la que no sabemos o no queremos escapar, empiezas a vislumbrar la felicidad, y la otra noche en los Zoco se podía ver la felicidad reflejada en el rostro de muchos asistentes a la velada.
«El buscavidas» es una auténtica joya, una obra maestra, una de esas películas que una vez vista ya no puedes olvidar. Es redonda, ágil, en la que todos sus elementos están dispuestos de manera perfecta para impactar directamente en el alma del espectador, desde la fotografía de Eugen Schufftan hasta la música de Kenyon Hopkins, pasando por las interpretaciones de sus cuatro protagonistas principales (Paul Newman, Piper Laurie, George C. Scott y Jackie Gleason), quizá las más importantes de su carrera, que dibujan unos personajes de una carga humana muy difícil de conseguir.
Creo que no tiene sentido en esta ocasión establecer una comparación entre el libro y la película, tal y como inevitablemente hemos hecho muchas veces los aficionados a este ciclo de cine y literatura. La película de Rossen trasciende el libro de Walter Tevis, lo toma como base, lo procesa, lo engrandece a su manera, lo digiere, y regurgita una obra nueva, totalmente diferente al original. Se nota, y si cabía alguna duda José Antonio la aclaró perfectamente en el coloquio, que Rossen fue un director torturado, machacado por lo vivido durante la época de la caza de brujas de Hollywood. Su encontronazo profesional y vital con una situación de abuso de poder tan burda, absurda y fascista como la que sufrieron en sus carnes él y otros creadores, dejó huella indeleble en su espíritu, y eso se refleja en su manera de narrar. Rossen arremete contra ese poder, encarnado en el personaje de George C. Scott, que protagoniza un brutal enfrentamiento con Piper Laurie (la sensibilidad, el sentimiento, el amor…) que no aparece en el libro de Tevis. Para magnificar ese ataque, el director no duda en hacer uso de la tragedia, elemento que tampoco aparece en la novela, que mantiene una línea más bien ligera, poco comprometida con esa denuncia moral y formal de Rossen.
No, no cabe establecer comparaciones. Lo que se refleja en la película, lo que vemos, lo que nos emociona con fuerza, poco o nada tiene que ver con el libro, que sugiere más que muestra, que transcurre por la historia con la paz inquietante que transmite un cuadro de Hopper, frente a la catarsis tipo Pollock que propone Rossen. Tevis le permite al lector construir la historia, participar en el juego narrativo, algo que Rossen obvia desde el principio. La tragedia de la película se diluye en la novela, en un final abierto bastante esperanzador con respecto a la relación entre Eddie (Paul Newman) y Sarah (Piper Laurie). Esa denuncia contra el poder, la depravación y la corrupción moral también se intuyen en el libro, pero de una manera muy sutil, más sosegada.
Cuando acabó la película me imaginé al pobre Tevis, pensando al verla «Dios me libre de que mi próxima novela caiga en manos de un director torturado«. Me hubiera encantado conocer su opinión sobre la obra maestra de Rossen. Probablemente le escandalizaría la tragedia, o la vuelta de tuerca que Rossen fabrica con su historia, pero seguramente también sería consciente de que, de no ser por Rossen, su novela, que sin duda es también una gran novela, habría pasado sin pena ni gloria.
Texto: Félix Jaime, socio de Cines Zoco. Crónica publicada en su blog «Esto es Espectáculo»: https://exposicionesmadridfelixj.blogspot.com/2025/06/el-buscavidas-de-robert-rossen.html?m=1
Foto: Carmenchu Alvarez, miembro de la Junta Directiva de Cines Zoco
Sinopsis: Eddie Felson (Newman) es un joven arrogante y amoral que frecuenta con éxito las salas de billar. Decidido a ser proclamado el mejor, busca al Gordo de Minnesota (Gleason), un legendario campeón de billar. Cuando, por fin, consigue enfrentarse con él, su falta de seguridad le hace fracasar. El amor de una solitaria mujer (Laurie) podría ayudarlo a abandonar esa clase de vida, pero Eddie no descansará hasta vencer al campeón sin importarle el precio que tenga que pagar por ello.