El pasado 31 de agosto el diario El País publicó un artículo donde explica el origen y funcionamiento de la Asociación Cines Zoco de Majadahonda. Podéis leer el artículo completo en el siguiente link: http://economia.elpais.com/economia/2013/08/31/agencias/1377950400_16989…
La crisis económica se ha llevado por delante numerosos negocios relacionados con el cine pero, quizá, lo más doloroso ha sido el cierre de salas, algunas emblemáticas, como los independientes Renoir Majadahonda, cuyos trabajadores han optado por no rendirse y pedir a los vecinos que se conviertan en socios.
«Necesitamos ayuda porque se ha demostrado que el modelo de industria actual no funciona y nuestra alternativa es hacer un cine de todos, escuchando al espectador y programando lo que la gente quiere ver», ha dicho a Efe Javier Asenjo, director, productor y distribuidor de cine, vicepresidente altruista de la recién nacida Asociación Cines Zoco Majadahonda que pretende reflotar las salas.
El propietario de los cines, el empresario y presidente de la Academia del Cine, Enrique González Macho, productor y distribuidor «de toda la vida», aunque también había ido abandonando poco a poco estas actividades, anunció el pasado mes de abril el cierre definitivo de la mayor parte de sus salas: de las 200 que llegó a tener, sólo podría seguir explotando 20.
Y entre ellas, no estaban los cines de Majadahonda que, desde 1999, abastecían de películas de autor y en versión original a esta pequeña localidad del noroeste de Madrid.
Así, los Renoir Majadahonda cerraron sus puertas tras contabilizar pérdidas superiores a los 100.000 euros anuales y un importante descenso de espectadores.
Pero esta asociación, que empezó a moverse en junio por el impulso de un grupo de vecinos y que ahora cuenta con un buen puñado de profesionales que ayudan, a diferencia de lo que buscaría un empresario, no necesita beneficios.
«Nuestro pulmón son las cuotas», aclara Asenjo, quien asegura que «han hecho cuentas» y con 1.500 socios que abonen una cuota anual de cien euros, los cines pueden salir adelante.
En dos meses, prácticamente los mismos que han necesitado para hacer las gestiones de constitución de la asociación, 1.100 personas han manifestado su deseo de ayudar y «ser parte de la gestión de un cine independiente sin imperativos comerciales», apunta Asenjo.
Frente al cierre de cines, que Asenjo augura imparable en los próximos meses, «nosotros queremos recuperar el cine de barrio y que no se pierda esa parte de la vida que puede aportar un cine a la comunidad estando dentro de una ciudad y no en un centro comercial», señala.
El cineasta explica que los miembros de la asociación se vieron reflejados en los cines CineCiutat de Palma de Mallorca, otro caso de cierre que los trabajadores recuperaron con socios hace ahora un año, «y funciona», sonríe Asenjo.
El objetivo en Majadahonda, agrega, no es sólo programar buen cine, tarea de la que se encargaría este antiguo directivo de Karma Films, una de las distribuidoras más destacadas de la industria española, sino «pelear por mantener y mejorar el ambiente cultural» de esta zona de Madrid, donde ya no existe este tipo de oferta.
«Queremos crear un cine sin ánimo de lucro. De los ciudadanos para los ciudadanos. Un cine libre de intereses comerciales e institucionales que haga del espectador una parte activa del cine», lo que incluye necesariamente bajar los precios de la entrada porque el cine, zanja, «no puede ser un artículo de lujo».
La asociación cuenta ya con socios «ilustres» y comprometidos, como los realizadores David Trueba y Carlos Iglesias, el actor Juan Diego o el presentador de televisión Moisés Rodríguez, todos ellos vecinos de Majadahonda.
Trueba, que ya participó en la recuperación de los cines de Mallorca, afirma en la web del proyecto www.cineszocomajadahonda.org que «la cultura del cine de cercanía, del cine de tu barrio, es algo que no deberíamos perder; yo lo tenía cuando era niño -dice- y es una lástima que lo estemos perdiendo para nuestros hijos».
Para el director de «Un franco, 14 pesetas», que desaparezca esta oferta, «que no es de minorías -aclara Iglesias-, sino especial, porque no es el mismo cine que se programa en el resto de la ciudad, es una pena. Si se pierden, perdemos una posibilidad no sólo cultural, sino de tener una visión distinta del mundo».
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