El pasado viernes 26 de mayo 2023 proyectamos “¡Qué verde era mi valle!” (1941), del director norteamericano John Ford. Una película ganadora de cinco Oscar, entre ellos, los de mejor película, director, actor principal (Donald Crisp), dirección artística y director de fotografía (Arthur Miller), superando a la gran favorita del año, Ciudadano Kane.
Una vez más, José Luis Alcaine, director de fotografía y ganador de cinco premios Goya, se unió al coloquio que habitualmente realizan Mª Eugenia Guzmán, cinéfila y crítica especializada en cine clásico, y Javier López Otaola, miembro de la Junta Directiva de Cines Zoco.
En la presentación de la película, Mª Eugenia resaltó que es en gran parte autobiográfica, ya que Ford fue el pequeño de una numerosa familia de origen irlandés, católica y muy apegada a los valores tradicionales, y además tuvo una larga estancia en cama por difteria lo que le llevó a leer muchas obras literarias. La cinta es un canto nostálgico de los tiempos pasados, de pérdida de la inocencia, de lucha entre lo pasado familiar y el porvenir desconocido.
Al comienzo del coloquio José Luis indico que el proyecto inicial fue de William Wyler, quien trabajó el guion con Philip Dunne. Un guion basado en una exitosa novela de Richard Llewellyn de 1939, en la que se rememora la infancia del protagonista en un pueblo minero del sur de Gales. El productor Darryl Zanuck quería hacer una megapelícula, al estilo de “Lo que el viento se llevó”, rodada en el propio Gales y en color, pero el inicio de la IIGM lo impidió. Finalmente, pasado un tiempo en el que expiró el contrato de Wyler con la Fox, se optó por adjudicar la película a John Ford. Dunne comentó que Wyler hubiera hecho una película más realista y compleja.
Como curiosidad, Javier comentó que el rodaje se realizó en California y en blanco y negro (para ocultar que no había verde por ninguna parte), tardándose 10 meses en construir el pueblo “gales” y pintándose la ladera de la montaña de negro para simular los residuos del carbón. Sin lugar a dudas la dirección artística fue merecedora del Oscar.
Uno de los aspectos que Mª Eugenia más alaba de Ford es la composición de las escenas, que parecen como cuadros de los paisajistas ingleses Constable y Turner, así como el uso de una fotografía realista con toques expresionistas. Por su parte, José Luis apuntó que el director destacaba por la economía de medios (ya que le gustaba rodar pocas tomas para que no modificasen el metraje rodado en el montaje) y por su carácter duro con los actores (al final acabó incluso enemistado con sus amigos Henry Fonda y John Wayne).
También se puso de manifiesto que, a lo largo del metraje, el director evoca con gran convicción y emoción el drama familiar de una familia que se desintegra por motivos laborales y sociales. La película propone un continuo confrontamiento de posturas entre los personajes: la inhumana moral de los decanos religiosos frente a la visión más liberal del párroco (un estupendo Walter Pidgeon), la altivez del patrón frente a la sumisión del padre de familia (espléndido Donal Crisp), los jóvenes contestatarios frente a los mayores defensores de los valores tradicionales, etc. De lo que sí se encarga Ford es de reflejar que las raíces y estructuras familiares y comunitarias son muy profundas, resistiendo a todos los ataques, aunque al final deba llevarse a cabo una adaptación a los nuevos tiempos.
Mª Eugenia señalo la importancia de los lazos comunitarios en la historia, que se refuerza con las fiestas y cánticos, contribuyendo a aumentar la emotividad. Este era un factor esencial en las películas de Ford y, tal y como nos comentó Javier, para garantizar que los actores se empapasen de la emocionalidad de la escena, éste utilizaba como música de fondo durante los rodajes la melodía de la famosa canción “Red river valley” (Javier se “arrancó” a cantar el estribillo para garantizar que el público reconociese la canción).
Otro de los puntos fuertes de la película que pusieron de manifiesto es la actuación de los cuatro actores que representan a los principales personajes. A los ya mencionados Walter Pidgeon y Donald Crisp, se añaden una jovencísima Maureen O’Hara y un adorable Roddy McDowall (¡qué ojos más grandes y expresivos!). Esta fue la primera de las cinco colaboraciones de O’Hara con John Ford, quien supo sacar lo mejor de esta gran actriz, que destacaba por su melena pelirroja y sus ojos verdes.
Para José Luis, aunque se trata de una estupenda película, desde un punto de vista de guion, montaje y fotografía está lejos de Ciudadano Kane, una cinta del mismo año que revolucionó la forma de hacer cine al introducir numerosas innovaciones técnicas.
El público también destacó la música de Alfred Newman que magníficamente empasta con las escenas más emotivas y resaltó la enorme diferencia de ver la película en pantalla grande frente a la TV o el iPad, ya que permite apreciar los numerosos matices.
Texto: Javier López Otaola. Presidente de la Junta Directiva Cines Zoco Majadahonda
Fotos: Estrella Urzaiz. Comisión de Eventos Cines Zoco Majadahonda
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