El pasado 10 de marzo de 2022 tuvimos el honor de recibir en el Zoco a la actriz Charo López, que vino acompañada por Chema de la Peña, director del documental Me cuesta hablar de mí, un recorrido por la vida de la actriz.
A Charo López le cuesta hablar de sí misma. Pero basta con que comience a recordar para descubrir que su vida ha sido excepcional. ¿Cómo una estudiante de Filología de Salamanca acabó siendo actriz y musa de toda una generación? ¿Por qué, cuando en los 70 copaba entrevistas y portadas, estuvo a punto de dejarlo todo? ¿Es posible llegar a lo más alto haciendo cine, teatro y televisión? ¿Y por qué, pase el tiempo que pase, sigue tan presente en nuestra memoria?
De todo esto nos habla el documental de Chema de la Peña. Una casualidad convirtió a Charo López en actriz cuando su marido iba a hacerle una entrevista a Gonzalo Suárez y esté, deslumbrado por su belleza, le propuso que actuara en su primera película, Ditirambo (1967). Ella, por aquel entonces era una joven profesora y aceptó sin saber ni qué papel era. Así, de rebote, empezó la irregular y luchada carrera en la interpretación de una actriz que se pasó décadas buscando frustradamente su sitio hasta encontrarlo.
La figura de Charo López necesitaba una puesta en contexto y una reivindicación como la que plantea el director en el documental, un recorrido por toda la carrera de la actriz desde su debut con Gonzalo Suárez a su etapa en las producciones de TVE (Los Camioneros, Curro Jiménez, El Pícaro), su participación en los spaghetti western italianos y su época de aprendizaje en los numerosos Estudio 1 de TVE en los que participó junto a los mejores actores españoles de la época. También el fallido rodaje con Luis Buñuel en La vía láctea, por la prohibición del sindicato de actores franceses al tratarse de una actriz desconocida.
En esta época hizo trabajos de calidad y otros más mediocres en los que tenía más en cuenta su físico que su talento. Luego vino el cine de destape y Charo López hace un cine que se nutre de su sensualidad. La prensa la eleva a los altares y se hace muy popular. Pero es un éxito que no le hace feliz. «Yo no acababa de encontrar mi sitio», dice. Tiene 36 años y se siente fracasada, porque piensa que quizá no tiene talento, solo un atractivo especial. En esa época de su vida entra en crisis y vuelve a su primera profesión, la enseñanza.
Pero el destino le tiene preparada una sorpresa cuando Mario Camus la llama para participar en la serie Fortunata y Jacinta, en el que interpretó el papel de Mauricia la dura, y poco después llegaron Los Gozos y las Sombras, en el que se convirtió en Clara Aldán, el papel que marcó su carrera. Estas series de TVE en los años 80 eran seguidas en directo por 15 millones de espectadores, fieles a la entrega de un nuevo capítulo cada semana. Y fue el personaje de la obra de Torrente Ballester el que más alegrías le dio. Lo aceptó a ciegas. «No pregunté ni cuánto tiempo, ni cuánto pagaban, ni qué actores lo hacían», recuerda. Ella quería hacer ese papel, a toda costa. «Yo creo que hay unos personajes, que son los personajes perturbados, las mujeres locas, las marginadas, siempre son hermosísimas de interpretar».
Ese resurgir a través de las grandes producciones televisivas se estabiliza y Charo López se convirtió no solo en una actriz consagrada, sino en una muy popular por la que había que competir para trabajar con ella. Su esfuerzo por mejorar en los 70 por fin tuvo una recompensa en el reconocimiento del público y su desarrollo como intérprete.
A finales de los años 80, deseosa de seguir avanzando, la actriz se atrevió a viajar a Argentina a protagonizar y también producir una obra de teatro, una adaptación de la película italiana Una jornada particular. El enorme éxito en las tablas de Buenos Aires fue liberador para ella porque la gente la valoró exclusivamente por lo que hacía como actriz. El buen resultado de la aventura argentina la animó a lanzarse a nuevas experiencias en España, ya en los 90. Entonces produjo la obra de teatro Tengamos el sexo en paz de Darío Fo, e interpretó el papel que originalmente hacia Franca Rame, y fue todo un triunfo. Se dio la oportunidad de hacer comedia, algo que nunca había hecho, y actuando ella sola en el escenario.
En el cine, el Goya por su papel en Secretos del corazón (Montxo Armendáriz, 1997) terminó de reconocer todos sus años de carrera.
Aunque las biografías como las de Me cuesta hablar de mí puedan hacer pensar lo contrario, Charo López sigue en activo y en los últimos años, ha trabajado en películas de Juanma Bajo Ulloa o en la miniserie de Netflix: Días de navidad, aunque confiesa que las ofertas son cada vez menos habituales: “En otros países, como en Francia, siguen ofreciendo papeles a actrices de una edad similar a la suya, pero que aquí te quieren jubilar enseguida”.
El documental está narrado por Raúl Arévalo y contiene declaraciones de muchos de sus amigos como Julieta Serrano, Emilio Gutiérrez Caba, Montxo Armendáriz, Manuel Hidalgo, Eusebio Lázaro o Javier Gurruchaga, entre otros. Y en casi hora y media se puede descubrir la historia de empeño y amor por la interpretación de la actriz, que pasó de caer de pie en la profesión por su belleza a tener que luchar por ella con uñas y dientes y así, como dice ella, “aprender a tocar el violín”.
El coloquio con los espectadores fue muy intenso y participativo y Charo López encandiló al público con su simpatía y naturalidad. Sigue conservando su aura misteriosa y su influjo irresistible. Confesó no haber sido capaz de ver el documental. Confió en el director con el que tuvo largas reuniones contándole su vida y luego se quedaba espantada cuando pensaba que todo había quedado grabado.
Al finalizar el coloquio muchos de nuestros socios agradecieron personalmente a la actriz y al director su visita al Zoco.
Texto y Fotos: Jesús Escudero. Coordinador Eventos Cines Zoco Majadahonda.
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