El pasado viernes 21 de abril de 2023 proyectamos “El tercer hombre” (1949), del director británico Carol Reed. Una película mítica por su fotografía y música.
Para el coloquio, a nuestros habituales ponentes, Mª Eugenia Guzmán, cinéfila y crítica especializada en cine clásico, y Javier López Otaola, miembro de la Junta Directiva de Cines Zoco, les acompañó José Luis Alcaine, ilustre director de fotografía, ganador de cinco premios Goya.
Antes de la proyección José Luis hizo hincapié en la importancia de la fotografía de Robert Krasker para crear un ambiente realista de gran expresividad (destacando las angulaciones de cámara expresamente inclinadas para crear un efecto de desasosiego), que obtuvo el Oscar (el único otorgado a esta película). Asimismo, Mª Eugenia comentó que el guion lo realizó Graham Greene, tomando como referencia la Viena de posguerra, una ciudad controlada por las cuatro potencias vencedoras de la II GM, en la que reina la desolación, la soledad y la sospecha, y en la que el contrabando es una forma de eludir la miseria. Un Greene que, como en gran parte de su obra, tiene como eje principal la escasa confianza en la condición humana. Dado el éxito de la película, el autor acabo transformando el guion en una novela.
El coloquio posterior a la proyección se inició comentando el final de la película. Para Javier, era su escena final favorita de la historia del cine. Un plano fijo larguísimo acompañado de una melancólica cítara, que permite al espectador reflexionar sobre la complejidad de la situación de los personajes que se debaten entre la lealtad y el deber moral. Curiosamente, el final de la novela es más optimista que el rodado por Reed, quien consideraba que el acercamiento final entre los personajes no era consecuente con su comportamiento a lo largo de la historia.
Nuestros tres ponentes consideran que el éxito de la película está en la confluencia de un magnífico guion, con unos personajes muy atractivos y unos diálogos incisivos, una fascinante fotografía mezcla de expresionismo y realismo, una cautivadora banda sonora y unas estupendas interpretaciones.
Mª Eugenia destacó el gran equipo que formaron Carol Reed y Graham Greene, cada uno aportando su propia visión: Greene, mostrando su preocupación por un complejo mundo de culpa, corrupción y mal, que, por otra parte, tiene otra cara romántica de ingenuidad y candidez; Reed, sintiéndose atraído por los individuos, interesándose por los dramas de las personas atrapadas en circunstancias difíciles. Esto se traduce en la aparición en la película del tema de la confianza y la traición, encarnado en el personaje ingenuo de Holly Martins (Joseph Cotten) que encara un problema moral que no está preparado para afrontar.
La película fue una coproducción angloamericana en la que se involucraron dos de los mejores productores de la época, Alexander Korda (británico) y David O. Selznick (EEUU), por lo que los actores y los medios con los que contó Carol Reed eran inmejorables.
Uno de los puntos más destacables de Carol Reed era sacar lo mejor de los actores, y en este caso lo consiguió de pleno, dando como resultado unos personajes inolvidables: Alida Valli, con una mirada de enorme melancolía y expresividad; Joseph Cotten, estupendo como ingenuo escritor de novelas del Oeste, que se ve como un héroe justiciero, pero que se encuentra atrapado entre su amistad con Harry Lime y su deber moral; Trevor Howard, cumpliendo admirablemente su papel de frio y desapegado militar, fiel cumplidor de sus obligaciones; Orson Welles, un personaje paradójicamente lleno de encanto y fascinación, que ha perdido la fe en la sociedad y que aprovecha sus resortes en beneficio propio. La frase de su personaje (Harry Lime) es antológica: “En Italia, en treinta años de dominación de los Borgia hubo guerras, matanzas, asesinatos … pero también Miguel Ángel, Leonardo y el Renacimiento. En Suiza, por el contrario, tuvieron quinientos años de amor, democracia y la paz. ¿Y cuál fue el resultado? El reloj de cuco.”
José Luis nos comentó lo efectista que es la fotografía de la película, mediante la utilización de luz artificial para crear sombras irreales, riego del suelo para que brille, etc., de clara inspiración del expresionismo alemán. Para él, aunque no resulta natural, sí que consigue crear la atmosfera ideal para el relato.
Uno de los temas más sombríos de la película es el contrabando de penicilina que lleva a cabo Harry Lime, vendiendo dosis adulteradas a centros médicos que acaban causando enfermedades incurables, e incluso la muerte, en los pacientes. Como curiosidad, José Luis señalo que, durante la posguerra, su ciudad natal de Tánger fue un gran centro de contrabando de penicilina, así como Chicote en Madrid.
Al público lo que más le gustó fue la atmósfera de la película generada en las escenas nocturnas y las magníficas interpretaciones.
Texto: Javier López Otaola. Presidente de la Junta Directiva Cines Zoco Majadahonda
Fotos y Video: Estrella Urzaiz. Comisión de Eventos Cines Zoco Majadahonda
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